miércoles, 24 de agosto de 2011

Estampas balinesas II : Cómo se ve desde la parte trasera de la moto

O quizás, “por qué vienen esos tan rápido hacia aquí”.

Hoy hemos salido decididos a llegar más lejos todavía y visitar otro de los puntos más altos de la isla: el cráter que está a las faltas del Monte Agung (de más de 3 mil metros de altura) con el lago Batur.

Con mi casco de tamaño “tourist standar”, que no hay otro. Y yo que les digo que mi cabeza es “as the local size”, pero que nada, que es lo único que me pueden ofrecer. Así que con tanto bache el casco rebotando en mis ideas, arriba-abajo, de un lado para otro, la visera que se baja de golpe y como es ahumada y está llena de arañazos, yo venga a subirla, y además teniendo que buscar carteles indicativos inexistentes. Vamos, que por ganas que no quede.

El trasero resentido, pocas horas de sueño, pero mucho ánimo por ver si somos capaces de llegar en hora y media (parece ser que desde Ubud a cualquier parte se llega en hora y media), es decir, sin perdernos.

Comienzan los baches, los cruces sin previo aviso y sin indicaciones, que no existen en nuestros mapas y que sólo son controlados por los GPSs de los lugareños. Pero no nos importa, tenemos todo el día por delante... ¿?

Visitamos la famosa Cueva de los Elefantes, que no nos parece tanto, salvo la entrada, con una boca de una fiera muy trabajada. Está cercana al hotel, por lo que, hasta aquí, sin problemas.

Después llega el siguiente reto: localizar “uno de los más importantes templos de Bali”.

¿Por qué, según la guía, casi todos los templos se definen como “uno de los más importantes templos de Bali?” Esto es algo que habrá que investigar más tarde o lo dejaremos a la subjetividad de cada uno.

Pues no se nos da mal del todo y llegamos al Kehen Temple, un templo en varias alturas y con un importante trabajo de esculturas.

Y desde ahí, rumbo hacia el norte, vamos subiendo por estas carreteritas sinuosas, esquivando perros, saludando a niños, dejando paso a vehículos más atrevidos o más experimentados o más valerosos, porque las cuestas cada vez son más empinadas y la carretera más estrecha.

Y por fin llegamos a un lago inmenso, en medio de un aún mucho mayor cráter que, además, tiene dentro, por si fuera poco, otro par de volcanes con su correspondiente río de lava descendiendo por sus faldas. No damos crédito. La naturaleza, ¡todo lo que es capaz de hacer!

Pues a recorrerlo, que para eso vamos con la motillo. Cada vez más gustito que le estamos cogiendo, ya que nos permite meternos por caminitos, desandar el camino fácilmente cuando nos equivocamos, aparcarla en cualquier sitio sin ningún problema...

Así que, desde la parte de atrás de la moto, todo un acierto, oye: mi trasero se curará con el tiempo, pero esto no me lo quiero perder.

Ojo al dato: un día de alquiler de moto sale a 50.000 rupias (unos 4,5 euros) y el litro de gasolina está a 4.500 rupias (menos de medio euro), con un gasto diario en gasofa de unas 20.000 rupias. Así que otro punto a favor.

Después del lago Batur, nos dirigimos a otro de los más importantes templos balineses. Esta vez ha de ser cierto, porque el precio que pagamos para entrar es el doble de lo habitual: el Batur Temple, con varios templos dentro, pero de los cuales para los no creyentes solo son visitables los patios de entrada.

A la vuelta, decidimos volver por otra carretera de menor rango y, si nos diera tiempo, visitar otro templo, el Tirta Empul. Pero, antes de llegar, nos topamos un montón de gente dirigiéndose por un camino a una zona con carpas, música, barbacoas encendidas, tenderetes, muchas motos, jóvenes charlando animadamente, familias y mayores, todos con el traje tradicional. Así que paramos y preguntamos. Se trata de la celebración de una cremación de 15 personas del pueblo cercano, nos comenta muy entusiasta un lugareño. Que nos quedemos, que es al día siguiente a las 12. La fiesta dura tres días y en ese momento todo el mundo se acerca a la zona de la carpa donde ya están preparadas las estructuras de bambú, telas multicolores y ofrendas a los muertos. La música y los cánticos, el espíritu festivo de grandes y pequeños, hacen pensar que estamos en una boda o similar. Pero no, el homenaje es por los muertos. Y se celebra que su alma cambia a un destino mejor.

Ya no hay tiempo de visitar el templo y la noche vuelve a echarse encima. Así que decidimos volver al hotel.

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