viernes, 19 de agosto de 2011

Documentales de La 2: el rey de Komodo y la vida submarina alrededor

Charan taran tan tan charan taran tan tan (sintonía).
Queridos amigos del hombre y la tierra. Nos encontramos en el Parque Nacional de Komodo para estudiar la vida y costumbres de unos animales característicos de este ecosistema: los turistas en busca de dragones.
Veámoslos en su hábitat natural al amanecer.
Las 6 de la mañana tras una noche compartida con cucarachas en el agradable camarote del barquito. Pero a quien madruga, dios... Así que realizamos el recorrido con el ranger del parque internándonos en el bosque a la búsqueda del dragón. Localizamos diferentes ejemplares de otros animales, ciervos, cerdos negros, gallinas que parecen perdices, águilas, cacatúas y encontramos deposiciones varias de los reyes de la isla (en mitad del sendero, por cierto). Tenemos suerte y a lo largo del recorrido nos topamos en dos ocasiones con sendos dragones: como son animales de sangre fría, han de salir a tomar el sol y la mañana es buen momento. “Thank you” les dice el ranger cuando nos despedimos, pues han sido buenos modelos para nosotros. Al final del trayecto, llevados por el olor de las cocinas del parque, tenemos otros ejemplares para nuestro book, todos relajaditos. Hemos tenido suerte, porque podríamos no haber visto a ninguno de estos solitarios y caprichosos saurios, que se alimentan una vez al mes porque se zampan a un ciervo o a un búfalo de agua en 20 minutos.
Antes del segundo trekking por la isla de Rinca, paramos un par de horas en un islote y disfrutamos de unas vistas impresionantes, esta vez del fondo marino, porque estamos un buen rato haciendo snorkel: peces y corales de múltiples colores, tamaños y formas en aguas cristalinas. Estupenda experiencia.
Y tras una rica y vitamínica comida en el barco vamos hacia Rinca, donde, bajo un sol de justicia, emprendemos nueva ruta. Pero esta vez los dragones se nos resisten y sólo vemos varios búfalos de agua, futuros festines de los dragones (esta es la ley de la selva, queridos amigos). Jejeje. Al acabar la ruta, ya sin el ranger, nuestro guía Mikael, acostumbrado a estas tierras, divisa, camuflado entre los árboles cercanos un dragón que ha venido a despedirnos. Por si acaso quiere algo más, no nos acercamos, que ya tenemos bastantes recuerdos.
El Mar de Flores nos regala otro espectacular atardecer y llegamos, ya de noche, a Labuan Bajo. Durante la cena en este hotel, situado en las terrazas de una colina que da al puerto, la música de fondo son las oraciones de la mezquita cercana dirigida a los musulmanes pescadores y el día finaliza. Este estupendo y cuco hotelito promete un buen descanso.

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