En medio de ningún sitio y por fin, Singapur

Son las 11:35, del día 6 de agosto del año de nuestro señor 2011, sentados en el asiento de un boeing a380-800 de la Qantas y a punto de aterrizar en Singapur. Quedan de éste, nuestro primer destino, tan sólo 24 minutos y parece que desde que salimos de casa haya pasado una eternidad...
Y hasta aquí se pudo escribir ese día. Al momento nos avisaban para aterrizar.

Otra vez en Asia: en esta ocasión, el aeropuerto de Singapur nos daba la bienvenida.
Después de los trámites de rigor, que se hicieron a velocidad de vértigo, ya teníamos nuestra visa por un día. El hotel elegido fue el Crown Plaza, en el mismo aeropuerto, ya que al día siguiente, es decir, esta mañana, nuestro vuelo salía muy temprano y no nos apetecía andar con prisas de última hora.
Una rápida ducha y directos al Chinatown. Este barrio no defrauda, es como una incursión en China, el olor y las gentes son como si estuvieras en este otro país, eso sí, mucho más grande que Singapore. Bueno, había algún occidental desmadrado.
La cena fue algo más arriba, en una zona de ambiente más occidental (Club Str.), en un bistro-lounge que encontramos abierto a esas horas (las 10 de la noche y las 4 en España, jorrrr).
Ja, ja, ja, habíamos encontrado un "lounge". Y esta vez sí que sí era para nosotros... y los boletos de la primi aún sin mirar... ¿será verdad, será verdad?
Ese par de calles cercanas están llenas de garitos con buen ambiente. Los dejaremos para otra visita.
Volvimos al hotel pillando el último metro por los pelos (las 24 h.).