Después de una reparadora noche, decidimos tomarnos el día con tranquilidad: un buen desayuno al estilo occidental y luego disfrutar de la piscina del hotel.
A mediodía cambiamos de hotel, un rápido check-in y nos ponemos otra vez en marcha con la visita de la calle principal de Ubud, llena de ajetreo y turistas. En comparación con Yogya esto parece Benidorm.
Visitamos el palacio real y vemos cómo construyen la pila funeraria para la madre del rey, que murió hace dos lunas llenas y la incinerarán, en una multitudinaria y millonaria ceremonia, el próximo 18 (nos lo perderemos).
Más tarde hacemos un agradable paseo entre arrozales y es ahí donde empezamos a disfrutar de Ubud, lejos de las ordas de turistas. Las terrazas cultivadas, en diferentes etapas de crecimiento, se entremezclan con acequias, palmeras y plantas de colorido diverso. Los agricultores faenan y la gente pasea tranquilamente. Nos sientan fenomenal las dos horas de paseo.
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