viernes, 19 de agosto de 2011

TransFlores Highway (segunda etapa)


Esta nuestra segunda etapa por la Transflores nos llevará de Bajawa a Moni, base para subir al Kelimutu al día siguiente.
Después de un buen desayuno en el hotel, la primera parada es en un mirador para contemplar la forma cónica casi perfecta del volcán Inerie, un volcán relativamente reciente que nos ha acunado toda esta noche, y las magnificas vistas del valle. A lo lejos divisamos lo que será nuestra segunda parada: una pequeña aldea tradicional.
Llegamos a la aldea, Bena. Son principalmente animistas (culto a la tierra, lo femenino y lo masculino, ceremonias con ofrendas y sacrificios de animales, amuletos en los tejados y en las entradas de las casas...) con algunos toques de cristianismo.
Pronto tomamos contacto con una anciana del lugar. Lo que primero nos llama la atención es su boca por fuera y por dentro toda roja, fruto de comer una pasta hecah de unas hojas machacadas de un arbusto local. Según nos comenta Mikael lo hacen para fortalecer los dientes y como antiséptico (menos mal que tenemos pasta de dientes).

Como la abuela es muy alegre y salerosa pronto empieza a sacarnos telas que ella misma confecciona (ikats) y le pillamos una y unas cuantas fotos de ella y la familia.
De vuelta pedimos al driver Donato parar en una iglesia, puesto que tenemos curiosidad de ver cómo son por dentro. La elegida está en frente de un colegio en la hora del recreo y los niños, ante la curiosidad de ver a guiris, pronto se acercan, nos preguntan los nombres, tenemos unas risas y al final nos piden una foto de ellos. Por supuesto que todos posan haciendo el ganso... tienen 9 años.
Visitamos otra aldea de culto similar al anterior, aunque algo más grande y menos cuidada, donde los hombres trabajan el bambú dejándolo como si fuera madera, para construir las casas tradicionales.
Seguimos carretera subiendo y bajando montañas (si como de Marcos y Amelio se tratara), con frondosas selvas y campos de arroz.
Llegamos cerca de Ende donde paramos en una playa de arena negra de la que los lugareños, desde hace unos cinco años, recolectan piedras de un tono verde, que son muy apreciadas en los jardines de Japón, Hong Kong, Singapur. No es mal negocio.
Y paramos a comer en Ende, una importante ciudad mitad musulmana mitad católica. El restaurante elegido por Mikael es de propietarios chinos. Parece ser que los chinos, como en todas partes, se están haciendo con lucrativos negocios. De hecho, el día anterior, el emprendedor Agus nos había comentado que la compañía aérea Merpati, con la que habíamos volado de Dempasar a Labuan Bajo, era made in China.
También Ende visitamos el mercado local, con su animado ajetreo y, como no, entre “salamas sorré” y “sama-sama”, surge el buen rollito y alguna chica quiere hacerse una foto.
Seguimos camino hacia Moni, no sin antes darnos algún susto con los desprendimientos que hay en la carretera, pero el siempre buen y hábil conductor Donato sortea sin dificultades.
Durante el camino vemos caer el sol sobre los arrozales: un verdadero espectáculo.
Llegamos a Moni y al bien elegido Kelimutu Ecolodge, con sus bungalows con vistas al valle, al río y a los arrozales. Y lo más curioso: su baño a cielo abierto.

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